Si hace poco hablábamos de la importancia que tenía la estructura a la hora de construir nuestra historia, que definas bien a tus personajes va ser fundamental para conseguir que los lectores queden «atrapados» por tu novela.

Debes tener clara una premisa: no puedes contar una historia sin personajes. Al final, una historia se basa en los conflictos, motivaciones y relaciones, que rodean a estos personajes y eso es lo que el lector buscará en tu libro. Todos recordamos personajes de novelas que nos encantaron y de los que quedamos completamente prendados, y otros a los que llegamos a odiar desde lo más profundo de nuestro ser. Sentimos tristeza o alegría junto a ellos, y, de algún modo, mientras leemos un libro, los problemas de nuestros personajes se convierten en «nuestros problemas». Eso es lo que debes conseguir con los personajes de tu libro, conectar con el lector hasta ese punto, y, por supuesto, eso no es algo sencillo.

Dedicaré varias entradas a hablar sobre los personajes, pero creo que es necesario comenzar por lo más básico: el rol de cada personaje en tu historia, el papel que van a jugar en nuestro relato. Básicamente tenemos tres: principales (o protagonistas), secundarios y circunstanciales (o comúnmente «de relleno»)

• Principales: Nuestra historia girará en torno a ellos. Por norma general estos personajes son los que ocuparán más páginas de nuestra novela.  Dentro de los personajes principales encontramos al  (o a los) protagonista/s, el personaje central de nuestro libro  y que se encontrará en el centro de los conflictos que sucedan en nuestra historia, y al antagonista, que obstaculizará de algún modo al protagonista cuando este intente alcanzar sus objetivos. Conviene aclarara que el protagonista no tiene porqué ser necesariamente «bueno», ni el antagonista tiene que representar «el mal», simplemente son dos personajes con motivaciones y/u objetivos diferentes.
• Secundarios: Los personajes secundarios  «colaboran» con los personajes principales, cohesionan nuestra historia y aportan profundidad. Los personajes secundarios, según su grado de participación, pueden tomar diferentes roles dentro de la obra (Pueden ser, por ejemplo, un contrapunto humorístico, o actuar como consejeros de nuestro protagonista). Por otro lado, los personajes secundarios pueden ser partícipes de sus propias «historias secundarias» o subtramas dentro de nuestra novela.
• Circunstanciales, episódicos o «de relleno»: Los personajes circunstanciales tiene como objetivo «construir » ciertas escenas o pasajes de nuestra historia. Apenas están definidos, ni profundizamos en su personalidad (de hecho, debemos evitarlo si no queremos confundir y hacer pensar al lector que ese personaje circunstancial tiene más importancia en la historia de la que realmente tendrá). Un camarero que mantiene una conversación puntual con nuestro protagonista, un médico que le explica los pormenores de su enfermedad o un policía que detalla al detective de turno cómo se ha llevado a cabo el asesinato, son ejemplos de personajes circunstanciales.

Como digo, este seguramente sea el aspecto más «básico» de la construcción de personajes, pero es muy importante que definas el rol de cada personaje en tu historia cuando planifiques tu novela. Crear a los personajes de tu obra es un trabajo difícil y fundamental para conseguir llegar a los lectores, por eso en próximos artículos seguiré ampliando la información para que aprendas a «escribir» personajes memorables.

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